jueves, 2 de julio de 2015

El suicido de un/a activista

Se supone que los treinta y algo no son edad para sentir y pensar estas cosas. Se supone que una no debería ser tan egoísta. Se supone que una debería poder. Se supone que una no debería estar sola.

¿Qué pasa cuando se suicida una activista, alguien que tenía como meta llevar una vida altruista, mejorar el mundo todo lo que le fuera posible? ¿Qué pasa? ¿Y por qué lo hace? ¿Es que no había red de apoyo, es que no había gente en el camino, con fines similares, que vieran su padecimiento, que hicieran "familia"?.

El suicidio no es moralmente neutro. No es cierto que cada quien sea dueña de su vida y pueda hacer lo que quiera con ella. El suicidio, quizás, esté bien en algunos casos, no voy a entrar a ahora en detalle, pero la inmesa mayoría de las veces es, simplemente, inaceptable.

EL SUICIDIO ES LA OMISIÓN DEFINITIVA.
El  suicidio es la omisión definitva de las responsabilidades que tenemos hacia l@s otr@s.

Esas responsabilidades son reales, existen.
Si el sufrimiento es malo, es malo siempre, sea padecido por quien sea padecido. Es malo si lo padeces tú, si lo padece alguien que quieres o si lo padece alguien que no conoces.

En tanto nos sea posible, tenemos que procurar reducir el sufrimiento de quienes peor están. En tanto haya quienes viven en condciones inaceptables, nuestros recursos deben ser puestos al servicio de mejorar su situación. Lo contrario, es no creer en la igualdad. Si crees en la igualdad, te mueves por elevar las condiciones de quien peor está, y esto implicará empeorar un poco las tuyas: tendrás que poner tiempo, trabajo y recursos materiales, perder bienestar. Tú perder bienestar para que la vida de otr@s deje de ser miserable.

Por todo ello el suicidio no es lícito en la mayor parte de los casos. Sin la vida, todos los recursos que hemos de poner al servicio de reducir el sufrimiento de quienes peor están se pierden. Es una irresponsabilidad.

Pero, ¿dónde están l@s otr@s activistas cuando uno/a ya no puede más?. Pero, ¿es que no ven que tratar mal a activistas repercute muy negativamente en lo que luego cada un@ pueda hacer para seguir mejorando el mundo?

Cuando muere un/a activista, los animales, las víctimas más oprimidas que no pueden luchar por liberarse de sus cadenas, salen muy perjudicadas, porque su grupo de aliados humanos es ciertamente reducido.

Pero entonces, ¿por qué no hacer familia? ¿por qué no cuidarnos? ¿por qué tratar mal? ¿por qué machismo? ¿por qué no-sororidad? ¿por qué no reforzarnos y fortalecernos mutuamente? ¿por qué no darnos afecto? ¿por qué la indiferencia? ¿por qué el trato frío, el trato cruel? ¿por qué abandonarnos en este mundo de loc@s?

Cuando un/a activista no puede más y se suicida, porque ya no hace más que llorar y sufrir, y ser cada vez una carga más grande par el mundo, y alejarse cada vez más de sus objetivos altruistas, ser más un problema que una solucion, ser cada vez más lo que no quiere, sin poder evitarlo... cuando esto ocurre, ¿es todo culpa de él/ella? ¿esta omisión definitiva es por entero su responsabilidad? ¿y tod@s los demás?

lunes, 29 de junio de 2015

LA MATANZA TRADICIONAL DEL CERDO - SOBERANÍA ALIMENTARIA - SALUD




La matanza del cerdo es una tradición que sobrevive en diversos sitios del estado español aún hasta nuestros días a pesar de que la ganadería industrial no ha hecho más que crecer hasta casi hacer desaparecer las pequeñas explotaciones. Quienes defienden la soberanía alimentaria denuncia esta pérdida de control sobre el origen de los productos alimenticios que la sociedad come. Alegan que el cerdo matado en casa ha llevado una alimentación más saludable, que no habrá tóxicos presentes en la carne, etc.

Pero hay que aclarar, OJO, que no todos los cerdos que se matan en casas fueron criados en casas.

Estuve recopilando información durante mucho tiempo sobre este tema, y lo mejor que puedo hacer es dejarte un enlace a la página que encontré que aborda lo esencial del tema del mejor modo posible:

Todo sobre la matanza

domingo, 12 de enero de 2014

LUCERO MATA UN CIERVO O EN (PSEUDO) DEFENSA DE LUCERO

La famosa cantante y actriz mexicana, Lucero, cazó un ciervo. Esto causó gran revuelo. La gente, indignada, la criticó con gran pasión en las redes sociales. Hasta usaron un vídeo que grabó Kate del Castillo contra los circos (lo hizo como portavoz de una incoherente, infame y sexista organizción llamada PETA), a modo de respuesta a la condenable acción de la cantante-cazadora, aunque éste no tuviera nada que ver con la caza, ni con Lucero, ni con nada...

Todo esto es muy conocido. Se habla de ello constantemente estos días en las redes sociales. 

Pero, ¿saben cuál fue la respuesta de Luero a las críticas?




No, en realidad no fue esa... Ella simplemente se diculpó con gran inteligencia y diplomacia... Pero el contenido que figura en el "meme" de arriba, sí es el mensaje abolicionista y vegano que te quería transmitir hoy.

Las redes sociales se llenaron de gente que hacía duras críticas a Lucero, en las que la llamaban asesina, en las que mostraban una vieja foto de una adolescente Lucero junto a la inmensa Keiko deseando que la orca se la hubiera tragado en aquél entonces, etc.... ¡Pero, sin embargo, las redes sociaes no están llenas de vegan@s!. Aquí hay algo que no cuadra...

¿Qué esquizofrenia moral lleva a la gente a odiar a Lucero por cazar un animal que, sn justificar su violencia inmoral y gatuita, al fin y al cabo, fue libre hasta que recibió el tiro, mientras comen carne y fluídos de animales que nunca fueron libres y que sufrieron horribles torturas? ¿Y todo por instantes de placer en la boca? ¿ O mientras usan partes de animales torturados y asesinados para vestirse, habiendo alternativas a ello?

Si te conmovió la muerte de aquél ciervo, si te huele a que lo que hizo Lucero está mal,  y no eres vegan@, por favor, párate y reflexiona.

Pudes ser vegan@. Es posible, fácil, saludable y, como diría Gary Francione, es lo moralmente correcto.

Si no tienes nada de información sobre el tema, te aconsejo que empieces por aquí:

http://especismo.org/

http://www.igualdadanimal.org/

www.abolitionistapproach.com/

http://www.respuestasveganas.org/

Y si decides hacerte vegan@, visita este maravilloso blog con recetas veganas que puede que te ayuden a dar el paso. Hay muchas más en la red. Hay para todos los gustos. Esta trata de adaptarse al gusto convencional de l@s comedores de carne y lácteos.

http://www.dimensionvegana.com/


lunes, 23 de septiembre de 2013

Interdependientes somos, interdependientes seremos o La rebelión de lxs "improdutivxs".

Leí ayer que algunos grupos de personas activistas con diversidad  funcional nos ponen a quienes no tenemos en este momento problemas de integración y limitaciones en la elección de nuestros destinos  por causa de alguna divergencia física respecto de la norma establecida (osea, lxs que se entiende que no tenemos diversidad funcional) una etiqueta interesante: temporalmente válidxs.

Es una de las etiquetas más realistas e inteligentes que he encontrado. La realidad del ser humano es la interdependencia.  El modo en que hemos organizado la producción de bienes e intercambio de servicios a nivel remunerado, es decir, el mercado laboral, único plano en el que nuestro trabajo da lugar a todos los derechos sociales (prestación por desempleo, pensiones contributivas) y, en definitiva, a la ciudadanía plena, deja fuera a muchísima gente.


La realidad es que nacemos totalmente dependientes. Cuando crecemos, la forma en que nos hemos organizado socialmente colabora a gestar y mantener la ilusión de que somos autosuficientes: YO compro con MI dinero los bienes y servicios que necesito. Esta forma de satisfacer las necesidades puede que oculte o al menos deje en segundo plano el hecho de que, si puedo comprar esos bienes y servicios es porque alguien los oferta. ¡Por mí misma no podría atender a todas mis necesidades!. Por otro lado, todas las personas experimentamos  las enfermedades físicas y los momentos de malestar subjetivo que no nos permiten ser “productivos”. Esos momentos son grandes oportunidades para hacernos conscientes de la realidad de la interdependencia. Pero parece que con tanta ideología liberal-individualista no es suficiente, el hechizo se mantiene y seguimos en la ilusión.

Pero existen también  los momentos en que, muchas personas, casi siempre mujeres,  se tienen que retirar o eligen retirarse de lo que se considera “el mundo productivo” para atender las necesidades de una o varias personas (niñxs, personas con enfermedades de larga duración, personas con diversidad funcional, personas mayores). Esta experiencia, al ser más duradera que una enfermedad corta o un problema puntual, ayudan en  mayor medida a hacernos conscientes de la mentira de la independencia. El feminismo ha incorporado esta experiencia tan típicamente femenina para repensarlo todo: los espacios, los tiempos, la vida…

Después, por supuesto, existe una experiencia aún más radicalmente reveladora de la estafa de la autosuficiencia individual: la que tienen las personas que tienen alguna diferencia física o mental relevante respecto de la norma y que tienen que vivir en los escenarios excluyentes y discapacitantes que hemos creado pensando sólo en satisfacer las necesidades de la norma. Llegan estas personas y, compartiendo con nosotrxs el preciado conocimiento que elaboran desde su experiencia, nos ponen la sabia etiqueta de "temporalmente válidxs".  Abramos nuestros oídos a las aportaciones del activismo que surge entre nuestrxs queridxs diversxs funcionales. No nos demos el lujo de vivir en errores que causan tanto sufrimiento.

Las personas liberales suelen criticar a las personas que mantenemos ideologías entendidas como de izquierdas, alegando o bien que tenemos mala intención (queremos limitar su sagrada libertad individual para hacer lo que les dé la gana con SUS cositas ganadas con SU trabajo, queremos robarles) o bien somos gente harto ingenua que no entendemos como funciona el mundo (el libre mercado, el progreso a través de la búsqueda individual de la propia felicidad, etc..). A la luz de la experiencia de las mujeres y de la diversidad funcional y, en realidad, a la luz de la experiencia de quien nace indefensx y llega a una edad avanzada en la que surgen grandes necesidades de atención, a la luz de quienes enferman físicamente  y de quienes padecen gran malestar subjetivo, me parece que quienes tienen que dar cuenta del realismo de sus planteamientos son ellxs.


Por tanto, unámonos lxs “improductivxs”. Hemos luchado ya demasiado tiempo separadxs y el monstruo ha crecido mucho, porque lo hemos permitido. Nos mienten: no somos autosuficientes. La autosuficiencia sólo puede pensarse en clave colectiva. Admitamos ya que nadie hace nada simplemente por sí mismx, para, a partir de esta idea,  organizarnos de un modo más justo y amigable para todxs.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Mientras más arriba más machos o A mis queridas cooperativistas.



Mientras más arriba en las cúpulas de poder, menos mujeres y más tíos más chungos, más masculinidad dominante, menos comprensión...

Esa es la interpretación que extraigo de mi reciente experiencia. Narraré dicha experiencia sin dar datos que puedan identificar a las personas o a las entidades de las que hablo, no por falta de ganas, sino por obligación profesional.

Fui contratada para dar una serie de cursos de igualdad destinados a personas pertenecientes a cooperativas agrarias. En los cursos destinados a cooperativistas en general, aunque había una mayoría de hombres, la diferencia entre las y los asistentes, no era muy grande. Las personas asistentes, tanto hombres, como mujeres, expresaban sus puntos de vista de modo ordenado y educado. En ocasiones, cuestionaban las cosas que decía, legítimamente, pero nunca expresaron una idea abiertamente misógina, ni mucho menos lo hicieron de un modo hostil. Tengo que decir que incluso algunos hombres presentes reconocían que había problemas y apoyaban algunas de mis observaciones. Tengo que decir, también, que incluso un hombre mayor dijo abiertamente que en las cooperativas había machismo, tanto en los procedimientos, como en las actitudes de algunos miembros. 

La novedad en los cursos destinados a los Consejos Rectores, es que desaparecían las mujeres o aparecían en singular: es decir, una mujer frente a 8, 9, 10 miembros en el Consejo Rector. En estos casos, me encontré con mujeres que comenzaban dando sus puntos de vista que, en muchos casos, confirmaban los datos que yo iba revelando. Si embargo, frente a las intervenciones, eso sí, siempre amigables y educadas de varios hombres, que todo lo cuestionaban y todo lo matizaban, estas mujeres que empezaban la sesión mostrando una gran habilidad y experiencia en los debates públicos (por algo llegaron a ese escalón tan masculinizado), intervenían cada vez menos hasta que asumían un papel totalmente pasivo. Será que a ellas, igual que a mí, nos resulta agotador que nieguen nuestra propia experiencia desde el lado privilegiado... 

Con todo, en este nivel no aparecieron comentarios abiertamente agresivos ni misóginos, sino simplemente una resistencia a comprender como van apareciendo barreras "invisibles" en diversas partes del camino que desembocan en Consejos Rectores con ninguna mujer o, a lo sumo, con una, así como resistencias a reconocer que, dado que en este momento histórico y en este lugar del planeta, la experiencia de ser socializado en masculino y de ser socializada en femenino, es tan diferente, y da lugar a subjetividades tan diferentes (en la mayor parte de los casos), que la representación femenina o el punto de vista femenino es imprescindible en los lugares de toma de decisiones que afectan a tod@s (porque, desde el punto de vista del género, hoy en día existen como mínimo dos grupos sociales con necesidades, problemas y puntos de vista diferentes, y el funcionamiento democrático ha de incorporarlos a todos).

Cuando subí un escalón más en la pirámide del poder, me encontré con un paraje lamentable y atemorizante. Fui a "luchar" al terreno del Consejo Rector de una especie de asociación que agrupa a varias cooperativas. Ahí, como se podrá adivinar, no había ninguna mujer. Había más hombres que expresaban las resistencias que he mencionado anteriormente y expresaban sus reticencias con más énfasis, complicando, de este modo, el progreso de la exposición. Y lo peor: aparecieron comentarios directamente machistas, agresivos y expresados con gran falta de educación. Casi al principio de la sesión, un hombre dijo, desafiante:

"Pues a mi hijo le gusta más cocinar que ir a labrar la tierra. Y a mí eso no me gusta nada. ¿Soy machista por eso?"

Cuando hablaba de que, a pesar de que las mujeres están más presentes en las cooperativas que en otro tipo de empresas, éstas seguían siendo menos que los hombres, un individuo exclamó:

"Cuando hay muchas mujeres en las empresas, sólo se puede esperar la bancarrota".

Cuando hablaba de las dificultades de las mujeres para acudir a las asambleas por los horarios establecidos, por la no asunción por parte de los hombres de las labores domésticas y de cuidados, y la mayor dificultad de las mujeres asistentes para expresar su punto de vista de un modo activo en un espacio público que funciona mediante mecanismos más "masculinos" y en el que se valora un discurso más de tipo "masculino", el mismo individuo de comentario anterior, expresó:

"Mejor así, porque donde hay mujeres hay muchos problemas", y, en algún momento del debate sobre los horarios que ignoran el trabajo reproductivo, le dijo al compañero que tenía a lado, en voz alta: "¿No ves que se nos quieren subir encima? ¡Estamos perdiendo derechos!"

En otro momento, el individuo que comenzó preguntándome si era machista, opinó: "Es que yo ya veo que hay igualdad en todo, es más, ahora los hombres de las nuevas generaciones lo tienen que hacer todo y van detrás de las mujeres por la calle, cargando a los niños, pero es que las mujeres sois muy egoístas y os queréis quedar con todo". Este mismo sujeto, a mitad de la sesión se levantó y dijo: "¿Me puedo ir ya, o es que vas a decir algo interesante en algún momento?", no sin antes dejar claro que "Yo soy como soy y a estas alturas no pienso cambiar".

Tengo que decir que se encontraba presente el representante de una cooperativa bastante grande y bastante productiva (bastante "importante" para la economía, se diría) que fue muy amable y mostraba comprensión de la problemática, interés por la misma y disposición de acción por el cambio. Cuando se presentó, aclaró, con orgullo, que la cooperativa a la que representaba fue de las primeras en tener un plan de igualdad. Algún otro asistente se mostraba también receptivo, frente a la mayoría que sólo mostraba resistencias, ya fuera de modo educado y amable, ya fuera de modo agresivo e irrespetuoso.

No me cabe en la cabeza que sujetos autores de los comentarios agresivos hacia las mujeres que acabo de compartir sean representantes de un conglomerado de cooperativas y que estén en un lugar clave en el que se toman decisiones que afectan a la vida de tantas personas.

¿En qué estamos pensando las mujeres cuando delegamos nuestros asuntos en manos de gente que expresa ese odio y esa mala voluntad hacia nosotras?

Con sujetos así, poco hay que hacer. Es un escándalo que quienes defienden sin disimulo alguno esas opiniones en el espacio público puedan ser representantes de algún colectivo. 

Ante la visión de semejante panorama, no dejo de pensar en la importancia de las cooperativas de mujeres, de las asociaciones de mujeres dentro de las cooperativas mixtas (en comunicación constante con otros grupos de mujeres) y de una legislación interna que penalice e impida que semejantes expresiones de misoginia puedan tener lugar en los lugares de toma de decisión que afectan a la vida de los hombres y las mujeres.

Me despido recomendando la lectura de un interesante artículo de María José Senent Vidal,  ¿Cómo pueden aprovechar las cooperativas el talento de las mujeres?, publicado en REVESCO, Revista de Estudios Cooperativos y disponible en varios sitios en línea. Pongo varios, dada la constante aparición y desaparición de contenidos on line:







Emilia.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Porque sí


 
La moda de querer hacer pasar el gusto propio por algo revolucionario.

Me refiero a casos como los siguientes:

Itziar Ziga explicando que le costó mucho, como feminista, reconocer que la dominación (en el terreno sexual) la ponía. Explica que, siendo hija de la sociedad jerárquica en la que vivimos, nada tiene de raro que haya personas que se exciten con ese tipo de juegos. Hasta aquí no tengo nada que objetar. Pero la del “Zulo propio” afirma que esas prácticas, auque emulen las jerarquías que rehazamos en lo polítco, no dejan de ser trasgresoras, ya que la gente se corre con aquello con lo que la querían joder (esas fueron más o menos sus palabras).  

Una transfeminista de estética gótica arengando: “Siniestrismo  barbarie”.

Hay más ejemplos como este, pero creo que es suficiente con esto.

No me parece un signo de emancipación tener que estar justificando el gusto propio, especialmente cuando hay que echar mano de argumentos bastante forzados. Hay que tener ovarios para disfrutar lo que nos gusta nada más porque sí, sin tener que dar explicaciones, reconociendo que somos fines y no medios, y que nuestro disfrute es valioso por sí mismo, aunque no sirva a ninguna otra causa supuestamente más “elevada”.

Yo vengo  de nadar. Me hace feliz nadar. Disfruto el roce del agua con mi piel y de la ingravidez. Me causa un gran placer imaginar que mis movimientos son hermosos mientras los ejecuto y ficcionar que soy un barquito en alta mar, lejos de todo. Después de nadar un buen rato y sentir los efectos de la actividad en los  músculos de mis piernas y de mis brazos, me siento poderosa, siento que podría hacer cualquier cosa que me propusiera. Me siento así de poderosa las siguientes dos o tres horas. Por eso, me he enganchado a la natación. No necesito que la natación sea trasgresora, no necesito que sea revolucionaria. Podría darle una lectura política a mi atrevimiento  de dejar todo  de lado para ir a darme un chute de drogas naturales que hacen que me crezca, ya que todo es suscepitble de una lectura política (algunas lecturas más forzadas que otras, claro). Pero no lo haré. Nado porque sí, porque me gusta, porque me sale de los ovarios y porque hago con mi vida lo que me da la gana, dentro de los límites éticos que autónomamente me he dado o he descubierto, como prefiráis.

Maka

domingo, 28 de abril de 2013

¿Discursos feministas homófobos?

En una ocasión, a Ro Ba, la Gorila Vengadora, le pidieron que redactara en un párrafo su opinión acerca de ciertos discursos elaborados dentro del Feminismo Islámico a los que subyace una homofobia "enmascarada". El calificativo "enmascarada" no es el que usaría la Gorila Vengadora, sino el utilizado por quien hizo la petición; la Gorila  más bien diría: homofobia manifiesta, aunque negada. La Gorila Vengadora redactó  más de un párrafo (lo suyo no es la síntesis). Su opinión finalmente fue resumida en dos líneas por la persona que gestionaba la información (no había espacio para más). Como quedó fuera casi todo, vamos a publicar aquí el texto completo:


En el feminismo en el que me muevo se da por hecho que la homofobia es algo rechazable y que  las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo son tan legítimas como las heterosexuales. Es verdad que el feminismo dominante no presta suficiente atención a los problemas de las lesbianas. Esto se refleja, por ejemplo, en el hecho de que es muchísimo más frecuente que se realicen manifestaciones u otros tipos de activismo a favor de la interrupción voluntaria del embarazo (problema que afecta mayoritariamente a las heterosexuales), que encontrar actos que tengan por fin exigir las medidas necesarias para que las lesbianas puedan ejercer el derecho a la maternidad. Sin embargo, de esta actitud al rechazo de la homosexualidad hay un abismo de diferencia.

Por eso me sorprendió muchísimo encontrar homofobia en el feminismo islámico.  “Homofobia” y “feminismo”, desde mi punto de vista, son conceptos mutuamente excluyentes. La homofobia que he encontrado en algunos discursos elaborados dentro del feminismo islámico adopta dos formas. En primer lugar, están aquellas feministas islámicas que, después de dejar bien claro que no están a favor de la persecución de las personas homosexuales, por no haber nada en el Corán ni en la Suna que avale ese comportamiento, dicen explícitamente que, no obstante, las prácticas homosexuales están claramente prohibidas en el Corán y que, por tanto, no son recomendables. Esta postura la defiende, por ejemplo, Yaratullah Monturiol en su libro Islam y Derechos Humanos.

Otras feministas islámicas no llegan a decir que la homosexualidad no sea recomendable, pero ante la pregunta de si las relaciones entre personas del mismo sexo son legítimas o no, guardan silencio y argumentan que en el Islam no está permitido hacer valoraciones sobre las cosas que ocurren en la vida íntima de las personas, que hacerlo sólo le corresponde a Allâh. Esta segunda opinión la he leído fundamentalmente en las redes sociales. Dado que no tengo noticia de que las personas que defienden estos puntos de vista hayan publicado algo al respecto, no voy a decir sus nombres, pero entre ellos hay alguno bastante reconocido.

Tanto las que defienden  la primera opinión, como la segunda, alegan no ser homófobas. Estas personas reducen la homofobia a la persecución de las personas homosexuales. A mí esto también me causa gran sorpresa viniendo de feministas. Las teorías feministas se caracterizan por hacer un análisis profundo de la opresión. Una feminista no considera que el machismo se reduzca a los golpes que le da un hombre a una mujer o a la arbitraria discriminación laboral que sufren las mujeres. Los análisis feministas nos advierten que esas manifestaciones de violencia y de exclusión son tan sólo la punta del iceberg;  nos enseñan que esas cosas ocurren justamente porque hay todo un aparato ideológico que minusvalora e invisibiliza a las mujeres y a lo femenino. Las cosas que ocurren en el plano simbólico afectan a la vida de las mujeres de carne y hueso. Las ideas que se tengan sobre las mujeres (sobre su valor, sobre sus capacidades) afectan a las mujeres de carne y hueso. Este esquema funciona también con la homofobia. Las ideas que se tengan acerca de las personas homosexuales y de las prácticas homosexuales, repercuten en la vida de las personas homosexuales. Decir que las relaciones homosexuales no son recomendables, decir que no son legítimas y considerar que no son tan buenas como las heterosexuales, es el campo de cultivo para las agresiones físicas, para la persecución y la discriminación de las personas homosexuales a nivel legal y no legal.  Es, ni más ni menos, que el discurso en el que se sustentan y constituye ya, en sí mismo, una violencia.

Sin entrar a valorar el modo que tiene el Islam de regular las relaciones sexuales, hay que destacar que las personas musulmanas conceden gran importancia al matrimonio, al punto de que afirman que éste constituye la mitad del Din. Es de suponer, por tanto, que una persona musulmana homosexual, por ser homosexual, no va a dejar de darle gran valor a ese tipo de unión amorosa y deseará también realizar la mitad de su Din. Afirmar que algo que es tan preciado dentro del colectivo es sólo moralmente aceptable si se da entre heterosexuales, o no atreverse a decir que es igual de aceptable si  ocurre entre personas homosexuales, ¿no es discriminatorio, no es esto homofóbico, aunque se exija que las personas musulmanas homosexuales no sean perseguidas?. ¿Está esto en línea con las palabras que el Hadiz atribuye a Muhammad, según las cuales, se ha de desear a las demás personas lo que se quiere para un@ mism@?. 


Afortunadamente rechazar estas ideas no implica rechazar en bloque el feminismo islámico, ya que, tal y como ha demostrado Abdenur Prado en El islam anterior al Islam, el Corán y los Hadices admiten interpretaciones no homófobas. Estas interpretaciones demuestran que la homofobia no es inherente al Islam y que, por tanto, el diálogo con el feminismo islámico es no sólo una posibilidad, sino algo obligado en la agenda.

Ro Ba, la Gorila Vengadora.

martes, 2 de abril de 2013

De Isaac Bashevis Singer o De socialistas-machistas, feministas-omnívoras y animalistas-capitalistas.



Lo que voy a decir, va a chocar a much@s de los mí@s.

Hay personas que viven más o menos despreocupadas, atendiendo sólo a sus asuntos y los asuntos de las personas que tienen más cerca. Otras, se adhieren a las más diversas causas que consideran justas e importantes, de modos muy diversos. Dentro de este grupo de personas, es frecuente encontrar un gran rechazo a toda aquella persona que sostenga  alguna idea que se considere grave, una idea ante la que no haya disposición a hacer ninguna concesión. No me refiero a rechazar la idea en cuestión con rotundidad (cosa que, sin duda, hay que hacer por honestidad y coherencia), sino a rechazar a la persona por completo, negándose a dialogar con ella sobre cualquier cuestión, incluso sobre los asuntos en los que se está de acuerdo; me refiero a derrumbar de golpe e irreversiblemente  los puentes que de hecho están ahí, ya tendidos y a renunciar a toda clase de colaboración. Es posible que todas las personas caigamos en ello algunas o muchas veces. Pero el rechazo del que yo hablo ahora es consciente y defendido, no  inconsciente ni oculto. Se tiene la idea de que eso es lo que hay que hacer: “No tengo por qué tomar en consideración la opinión de  un fascista de mierda”, “No me cites a ese autor porque es un misógino, da igual cuánto criticara al capitalismo y cuanto pueda aportar a la solución de este problema concreto en el que estamos de acuerdo”, “Las palabras de ese individuo son hermosas, sí, ¿pero sabías que era un racista?.”, “No queremos que venga a la asamblea X persona, porque, su idea acerca de Y es intolerable. ¡No tenemos por qué soportar eso!.”, etc… etc… etc… Espero que quede claro a qué me refiero con estos ejemplos.

Lanzo un pregunta (retórica) que sé que tendrá poca aceptación. ¿Tiene esto sentido?. Si bien no podemos dejar de criticar las ideas erróneas que las personas sostienen, rechazar en bloque todo el pensamiento y la acción de una persona por tener una falta  en su pensamiento o acción que consideramos muy grave, es un error, a mi juicio. Además de ser una falacia lógica, pero eso es otro tema.

Isaac Bashevis. El escritor judío de Varsovia.

El escritor que nunca renunció a la lengua yiddish, ni cuando vivía en Estados Unidos.

El que dio vida a personajes lésbicos y travestis en sus relatos (eso dicen, yo aún no dí con los relatos en cuestión, ni sé cómo trata el tema, pero hay que señalar que al menos los visibliza).

El que se inspiraba en su propia tradición judía centro-europea y en las leyendas de su comunidad, pero siempre con un toque disidente.

El conservador anti-socialista.

El vegetariano convencido que dijo que para los animales todos somos nazis y que para ellos  siempre era Treblinka (Treblinka fue un campo de concentración nazi).

Las feministas nos enfadamos cuando, en uno de sus entretenidos y bien construidos  relatos, Bashevis nos quiere hacer creer que es posible que una mujer  pronto se recupere de la violencia consistente en que un  hombre la obligara a mantener relaciones sexuales haciéndole creer que era un demonio y que la perjudicaría gravemente si ésta se negaba. Bashevis nos quiso hacer creer que Taibele, poco después de esa primera noche con el falso demonio, se enamoró del mismo gracias a su “delicado trato” y lo echaba en falta las noches que no se metía en su cama, a oscuras, para no delatar su verdadera identidad.

L@s socialistas y las feministas nos enfadamos cuando Bashevis niega la opresión de clase y cuando ignora  la interdependencia de todos los seres humanos, con sus puntos de vista políticos basados en una idea de individuo que es irreal y que es androcéntrica (fruto del delirante liberalismo burgués).

Pero la mayor parte de l@s socialistas y la mayor parte de las feministas no ven que para los animales todos los seres humanos somos nazis y que para ellos siempre es Treblinka. Algun@s afirman ser conscientes de ello, pero no actúan en consecuencia, cosa que sí hizo Bashevis, desvinculándose de oprimir directamente a los individuos que más sufren.

Así pues, ¿quién es mejor?. ¿A quién excluimos, a quién ignoramos, a quién negamos?.

Yo no pongo una opresión por encima de otra, porque intento (no sé hasta qué punto lo consiga) no mirarme al ombligo ni como mujer, ni como ser humano.

Además, sostengo que dañar directamente y conscientemente a alguien (golpear a una mujer con saña y con el objeto de hacerla sufrir, comerse a un animal previamente torturado y privado de su libertad, etc…) es más reprobable que dañar indirecta y quizás inconscientemente (a través de la legitimación de diversas estructuras de opresión que perjudican a determinados colectivos, por ejemplo).

No digo que siempre se sufra más de un modo que de otro, no se puede hacer una afirmación tan general sobre las diversas situaciones y escenarios en los que  sufren los individuos.  Hablo sólo de la valoración moral de la acción en sí en un caso u en otro. A veces, una persona apoya el liberalismo económico porque sinceramente piensa que éste trae más bienestar a la larga a todas las personas. Pero nadie en su sano juicio puede creer que privar de su libertar, torturar y comerse a un individuo sólo porque sabe bien (por capricho) es mejor para ese individuo que dejarlo en paz. Aquí la falta no tiene excusa ni atenuante si se es consciente de que ese sufrimiento es totalmente innecesario y gratuito (es decir, si se sabe que se puede llevar una vida sana sin explotar a los animales).

Para mí Bashevis es tan respetable como una feminista y como lxs socialistas del mundo. Igual que no tiro a la basura las agudas e importantísimas (aunque sesgadas)  observaciones de Marx por no ser feministas o porque tuviera una sirvienta, igual que no desprecio el pensamiento y el activismo de feministas conocidas como Kate Millet, Nancy Fraser o Iris Marion Young  (autoras cuyos acertados y muy relevantes  análisis  aún no gozan del reconocimiento que merecen fuera del feminismo, para gran vergüenza de la filosofía política y de la intelectualidad en general) o de feministas y activistas  anónimas, como todas las que están transformando el mundo desinteresadamente todos los días, por jugar el papel de verdugas en la terrible cuestión animal,  tampoco tiro a la basura al buen Bashevis y lo reivindico: por hacer lo que pocos seres humanos, socialistas y feministas, hacen (dejar de mancharse las manos de sangre por un capricho!!),  por no renunciar nunca a la lengua yiddish y por no importarle el escándalo que podría causar en la comunidad a la que se sentía tan vinculado y de la que nunca se separó, comparando el genocidio judío con el genocidio animal e introduciendo siempre provocaciones en sus relatos. Tengo que decir, para mérito del escritor vegetariano, que su familia era ortodoxa.

sábado, 29 de diciembre de 2012

Matemos al Anticristo.



De un tiempo para acá, diversas cosas que han ocurrido en la macroestructura han conseguido causar malestar subjetivo en mí. No quiero echar balones fuera: sé que gran parte de la responsabilidad es mía y no pretendo decir que no esté en mis manos mejorar mis circunstancias y mi estado de ánimo. Sólo quiero decir que, definitivamente, he permitido que lo que ocurre en la macroestructura me afecte bastante o, si se prefiere, no he conseguido estar bien a pesar del caos estructural, no he sabido fortalecerme frente a ello, no he sabido estar a la altura.

Buscando algún tipo de emoción  - ¡cualquiera! – que me sacara del estado gris y plano en el que me encuentro, me dio por ponerme a ver películas de terror. Buscaba sentir algo intenso: miedo, expectación… no sé, lo que se supone que estas películas ofrecen. Quería sentir miedo, mucho miedo... Así que empecé por las japonesas. La gente suele decir que aterrorizan. Ví algunas de las más famosas y nada, no me hacían sentir nada. La mayoría ni siquiera era capaz de terminar de verlas, ya que los argumentos me aburrían muchísimo.  Soy una persona atea, para quien la apariencia de orden existente es un resultado azaroso del caos… No creo en nada sobrenatural, ni en nada más allá de este mundo, sea lo que éste sea. La cuestión de qué es el mundo ya es bastante misteriosa para estar preguntándonos por un ultra-mundo. Creo sólo en este mundo, y no es poca cosa, porque, ¿no me digas que no es lo suficientemente rico, especial y singular?, ¿para qué buscar algo más?.  Desde mi punto de vista, no hay dos realidades. No me complico la vida (al menos en este sentido): soy monista.

Uno de los precios que hay que pagar por ser atea y monista es que las películas de terror pierden por completo su interés. Un género menos por disfrutar…

Sin embargo, pese al claro fracaso en mi búsqueda de emociones fuertes, yo me aferraba a las películas de terror. Cambié un poco la estrategia: en lugar de ver películas nuevas que prometían ser verdaderamente terroríficas, me propuse volver a ver las películas que en la infancia hacían que pasara noches en vela. Quizás consiguiera despertar viejos fantasmas.  Fui una niña que sufrió mucho a causa de creer en el Demonio, en el Infierno, lo satánico  y demás lindezas que pueblan el imaginario colectivo por culpa de algunas religiones. Las películas de terror que hoy me parecen una chorrada, en el pasado, fueron fuente de gran angustia.

Especial mención, por sus devastadores efectos en mi persona, merecen Poltergeist (traducida por “Juegos Diabólicos” en México) y The Omen (“La Profecía”). Fue a causa de Poltergeist 2 que supe lo que es quedarse literalmente paralizada por el miedo. Dormía en la misma habitación que mi hermana pero, para mí, eso era tanto como dormir sola.  Había una escena de la película que me había impactado bastante. En ella, la protagonista, una inocente niña,  juega a “las manitas” con un señor mayor en el parque. Resulta que ese señor era ni más ni menos que el Demonio. La idea de que cualquiera, incluso un entrañable hombre mayor que juega con una niña en el parque, pudiera ser el Demonio, me resultaba  espeluznante. Una  noche, en cama, me golpeó la imagen de un entrañable hombre mayor que era el Demonio, acompañada de la inquietante idea de que Satanás podría estar en cualquier parte. Me quedé como piedra, sin poder moverme, con el corazón golpeando mi pecho a gran velocidad y el cuerpo totalmente rígido. Sentí frío y hormigueo. No tengo ni idea de cuánto tiempo estuve así, sin poder moverme. Deseaba con todas mis fuerzas ser capaz de ir corriendo al cuarto de mi madre y de mi padre.  En un arrebato de valor, conseguí erguir mi tronco y mirar hacia la puerta. No me encontré con la atemorizante obscuridad, no…  porque, a causa de mis terrores nocturnos, dejábamos la luz del baño encendida (el baño se encontraba justo a lado de mi habitación). A pesar de lo que la luz revelaba: que allí no había nadie, sólo pude mantenerme erguida unos segundos. El pavor volvió a hacer que pegara mi espalda al colchón, con fuerza. Que en la puerta no hubiera nada acechando no calmaba mi miedo, pues éste no tenía un objeto concreto y localizable. Yo padecía por algo muy abstracto y muy ilocalizado: ni más ni menos que lo satánico.

Después de estar otro rato sin poder hacer nada, conseguí emitir el grito de salvación: “¡Papáaaaaaaaa!”. Supongo que esa fue una de las tantas noches que no dormí en mi cama, sino en un lugar mucho más seguro: entre mi padre y mi madre.

Lo de The Omen fue diferente. Demian, el Anticristo, me provocaba tanto terror como atracción. Ese es un tema interesante desde el punto de vista de la socialización femenina (hoy las adolescentes suspiran por la historia de amor entre un peligroso vampiro y una masoquista obcecada en liarse con él pese a todos los riesgos), pero no es el objeto del post de hoy. The Omen no sólo me provocó innumerables pesadillas, el visionado de esa película, unida a un episodio del todo trivial, consiguió que durante un tiempo yo me replanteara mis objetivos vitales y que tuviera ciertos delirios de grandeza. Todo esto resulta bastante cómico. Creo que no tenía ni 9 años. Poco después de ver la impresionante película, una testigo de Jehová  tocó a la puerta. Teníamos prohibido dejar entrar a personas desconocidas, así que cuando la mujer me dijo que traía un mensaje de Dios, creyente, como yo era, trepé por el portal hasta que conseguí asomar la cabeza por encima del mismo y ver a la mujer desde arriba. Escuché con mucho interés sus explicaciones. Ella afirmaba que el Reino de Dios no estaba en el cielo ni en ningún otro lugar; decía que el Reino de los Cielos era algo por venir, era algo que ocurriría en esta tierra. Se apoyó en el Padre Nuestro para demostrar que eso era así: “Venga a nosotros tu Reino”. Y añadió que era posible que el Anticristo ya estuviera en la tierra y que el fin del mundo y, por tanto, la venida del Reino de Dios,  estuviera muy cerca.   A mí me convenció. Cuando se lo conté a mi madre, ella me dijo que no hiciera caso de las personas que van tocando las puertas de las casas contando esas cosas, me dijo que pertenecían a sectas peligrosas. No obstante, para mí, todo encajaba… Demian, la daga con la que había que matarlo, la casual visita de esa señora…

Durante algunos días, estuve convencida de que mi misión era matar al Anticristo. Tenía agotadoras pesadillas en las que, de pronto, tenía la capacidad de volar y participaba de terribles batallas contra el Anticristo y contra Satanás. Despierta, no claudicaba: iba a todas partes atenta, convencida de que en algún sitio encontraría la daga y me toparía de frente con aquél individuo al que me correspondía exterminar, por el bien de la humanidad. Estaba convencida de que lo reconocería sin problemas.

Una crece, deja de creer en esto, deja de creer en lo otro y… ¿qué nos queda?. Muere el miedo a las cosas inexistentes.  Ya no son demonios y entidades infernales las que nos aterrorizan. Ya no le tememos a ilusiones, a invenciones, a ficciones. Pero, ahora, muerta la inocencia, preferiríamos que así fuera (¿deseo de avadirnos?), porque, desde nuestro punto de vista, el problema es que ahora nuestros temores parece que sí tienen una causa real y consecuencias que, de darse aquello que tanto tememos, serían terribles. Lo que nos paraliza por las noches (y por el día) ya no es la idea de lo satánico, sino el miedo a malgastar nuestras vidas intentando tan sólo sobrevivir, a no poder tener hij@s, a tener que vender nuestros principios por un plato de lentejas, a una vejez en la precariedad económica, a las enfermedades, a la eterna rutina,  etc.. etc.. etc… (cada quien que ponga lo que quiera dependiendo de su circunstancia). Eso debería hacernos sentir cierto alivio, ¿no?. Si sólo le tememos a lo real, parece que no tenemos que preocuparnos por no temer, ya que los miedos están del todo justificados. Un problemas menos. -  ¿Un problema menos?, ¿de verdad sólo le tememos a lo real?, ¿no estaremos otra vez creyendo en anticristos, fantasmas y muñecos diabólicos de melena roja?.

Hay cosas que se mantienen sólo porque nosotros lo permitimos. Sólo están en nuestra cabeza. Es a nuestra cabeza a la que tenemos que tenerle miedo cuando juega en contra  nuestra. Hagámosla nuestra aliada.   Hay que ir con la daga a matar al Demian que habita en nosotras.  Hagamos nuestra lista de miedos y veamos cuántos de ellos son reales (sólo el presente es real, el futuro está por decidirse), cuántos están justificados (¿realmente necesitamos eso que queremos que tanto miedo nos da no conseguir?) y hasta qué punto estos miedos nos paralizan. Hagamos las cosas como creemos que tienen que ser hechas, y no como está establecido que tienen que ser hechas, sin miedos… Muchas de las cosas que nos oprimen a nivel estructural, cosas que reconocemos como injustas y que denunciamos, se sostienen porque las consentimos. Hay otras maneras, hay otros caminos. Y si nos rebelamos, ya sin miedo, ¿qué pasará?, ¿podremos transitarlos?. El miedo es algo muy contra-revolucionario.   

La X treintañera. 

domingo, 30 de septiembre de 2012

El peligro de las jaulas o "hámster" como categoría política.



Hola,

Escribo esto para las personas que son responsables del bienestar de un hámster o que piensan serlo en el futuro. El objetivo fundamental de este escrito es alertar sobre los peligros de las jaulas,  dando argumentos al respecto y contando un caso concreto en el que una hermosa hámster, muy resistente y con muchas ganas de vivir, sufrió un grave accidente que le costó la vida por causa de vivir en una jaula.

Lala, la hámster en cuestión, llegó a mi vida hace unos meses. La acogí en calidad de “refugiada”  porque tenía un tumor enorme y las personas que se hacían cargo de ella en ese entonces no la llevaban al veterinario. Decidí, pues, hacerme yo cargo de su problema. Digo que la “acogí” porque no la compré. No estoy a favor de la compra-venta de animales, porque no son cosas. Tampoco estoy a favor de privarlos de su libertad para satisfacer caprichos humanos ni de hacer que los animales en cautiverio se reproduzcan para perpetuar esa casta de esclavos formada por lo que llamamos “mascotas” (pueden ser esclavos bien tratados o mal tratados, dependiendo del “amo” que les haya tocado, pero no dejan de ser esclavos, ya que no son libres, y en todas las cosas dependen absolutamente de lo que decida su “amo”).  Y digo “refugiada”, tomando el término de Gary Francione (teórico de los derechos de los animales), porque Lala, efectivamente, de no estar bajo mis cuidados, habría muerto. Era, pues, una refugiada en  mi casa. Una refugiada muy querida.

Intenté darle a Lala la mejor vida que pude. La operación del tumor fue exitosa y se recuperó bien. El veterinario estaba muy contento y sorprendido de que Lala hubiera sobrevivido a la extracción de un tumor que medía tanto como una tercera parte de su cuerpo. Él me había advertido que las operaciones en el caso de los hámsters tenían muchos riesgos, aunque entre estos riesgos sólo me mencionó que era muy probable que no despertaran de la anestesia, por la gran dificultad que hay al regular las cantidades que hay que administrar a estos pequeños animales.

Lala fue muy feliz durante un tiempo. Leí todo lo que pude en internet sobre los hásmters y compré un par de libros para estar bien informada. En ningún sitio encontré una advertencia seria acerca de los riesgos de las jaulas, por eso escribo esto. Me informé sobre las enfermedades comunes de estos animales. En concreto me informe sobre el hámster phodopus singorus (también conocido como “ruso” o “siberiano”, un tipo de hámster enano) por ser mi amiga Lala un ejemplar de ese tipo.  Leí sobre las enfermedades típicas de estos animales para evitar las más peligrosas. Siempre se hacía énfasis en evitar diarreas, que pueden resultar mortales, así como resfriados. Se decía también que es común que los hámsters sufrieran fracturas, dado su carácter inquieto, pero en ningún lugar se advertía  lo suficiente acerca de las consecuencias de este tipo de accidentes. La verdad es que es muy difícil que un hámster se recupere de una fractura, aún más si la fractura es externa (es decir, si el hueso sale y queda al aire por haber roto la piel), por la sencilla razón de que, ante una fractura externa, lo único que se pude hacer es practicar una amputación. La cuestión es que, pese a que Lala haya salido airosa de su primera cirugía (la del tumor gigante al que me referí antes), las cirugías suelen ser un asunto muy, muy grave en los hámsters, más de lo que yo creía y más de lo que una puede deducir de la información que hay por ahí disponible. LOS HÁSMTERS TIENDEN A COMERSE LOS PUNTOS, de tal modo que es muy difícil que las heridas curen y cierren. Por tanto, HAY QUE EVITAR A TODA COSTA QUE ESTOS ANIMALITOS TENGAN FRACTURAS. Las fracturas, no son un asunto menor. En los libros sobre hásmters y las páginas en internet de información general sobre estos animales, debería hacerse énfasis en este hecho.  La fractura no fue un asunto menor en el caso de Lala y, leyendo el testimonio de otras personas preocupadas por sus amigos-animales, el caso de Lala no es aislado, sino común. Y LAS JAULAS, NO SON LA CASA IDEAL PARA EVITAR LAS FATÍDICAS FRACTURAS. POR FAVOR, HACED CASO DE ESTO.

A continuación, narro con gran dolor el triste final de mi amiga Lala, con intención de concienciar sobre los riesgos de las jaulas. Ya que no pude hacer nada por Lala, al menos quiero evitarle un sufrimiento similar a otros hámsters y a otras amigas y amigos humanos de los hámsters.

Cuando Lala al fin se recuperó de la operación en la que le extrajeron el tumor, me concentré en proporcionarle una vida lo más agradable posible ya que, al hacerme yo cargo de ella, consideré que esa era mi responsabilidad. Habilité una zona de seguridad donde ella podía salir a pasear un poquito todos los días – siempre bajo vigilancia: si no tienes tiempo de vigilarla y no hay un sitio 100% seguro sin agujeros por los que se pueda escapar, NOLO HAGAS, ten en cuenta que estos animales son muy escurridizos y, allí donde les cabe la cabecita, les cabe el resto del cuerpo, aunque no lo parezca; toma en cuenta que  son extremadamente curiosos y sienten gran debilidad por meterse en sitios pequeños, no te la juegues…-, le compré una ruedita de esas con las que puede pasear por toda la casa sin peligro (su ruedita-coche, como le llamaba yo; rueda externa de ejercicio, creo que la llaman en el mercado) y le compré una jaula que me pareció estupenda, en la que introducía diversos juguetes (tanto comprados, como de elaboración propia) para hacer su vida más amena, estimulante e interesante (túneles, cosas para subir y bajar, escondrijos varios, saquitos colgados rellenos de alimentos que le gustan para que se entretuviera intentando sacar su contenido, etc….),. Decidí comprar una jaula en lugar de un terrario/acuario porque observé que a Lala le encantaba escalar y pensé que así estaría más divertida. Como leí acerca de la posibilidad de fracturas por caídas dentro de la jaula, puse una serie de redes en los puntos peligrosos: la jaula era de 3 niveles, de tal modo que había algunos puntos en que las posibles caídas necesariamente tendrían lugar  desde una gran altura. Observé que esto funcionaba y consideré que la jaula, así acondicionada, ya no era peligrosa. LO QUE NO SABÍA YO, NI IMAGINABA EN ABSOLUTO, ERA QUE LAS CAÍDAS DESDE LUGARES ALTOS NO ERAN EL ÚNICO PELIGRO PRESENTE EN LAS JAULAS.

El 28 de septiembre me levanté al baño a las 5:30 AM. Me encontré con algo horrible: Lala tenía una patita atrapada en la pequeña rendija que había debajo de la puerta de la jaula. No sé cómo pudo meter ahí la pata. Ella luchaba por liberarse. Había sangre. Abrí de inmediato la jaula. La cogí. Le ví la pata llena de sangre. Se la limpié con agua oxigenada (lo hice con agua oxigenada porque, después de la extracción del  tumor, que tuve que hacer curas todos los días con agua oxígenada y Betadine) y vi que tenía la pata rota y el hueso salido. Desinfecté también con Betadine y comprobé que ya no sangraba más. La puse en un barreño de plástico  bien limpio con mucho papel de cocina para que estuviera tranquila (le gustaba meterse debajo del papel). La puse en el barreño para que estuviera en un sitio 100% limpio, sin serrín, heno, heces, etc… y para que no se moviera mucho ni intentara escalar (en otra ocasión leí que ante una fractura había que intentar que el animal estuviera quieto y tranquilo, sin muchas distracciones que lo invitaran a moverse).  Esperé unas horas para llamar al teléfono de emergencia del veterinario (un hombre estupendo que hace lo que puede por los animales). Me citó a las 11AM. Tal y como yo lo temía, no había otra alternativa más que la amputación. Otra vez, cirugía.

Esta vez las cosas no salieron bien. Lala sobrevivió a la anestesia, pero una hora después de estar en casa, se había comido ya todos los puntos. Llamé al veterinario. A pesar de ya no estar en sus horas de trabajo, atendió a Lala por ser una emergencia. Le volvió a poner los puntos, así, sin anestesia. Y le puso también tres grapas. Fue horrible: los gestos de dolor de Lala eran impactantes y hasta le temblaban las patitas. El veterinario me dijo que el problema con los roedores era que tendían a comerse los puntos; que lo raro era que en la primera cirugía esto no hubiera ocurrido. Dijo que eso era muy problemático. Me explicó que la única función que cumplían las grapas era mantenerla entretenida. Si ella intentaba quitarse las grapas, dejaría en paz los puntos, que eran los que en realidad hacían que la piel cerrara. Tardé 20 minutos en llegar a casa. En cuanto llegué, revisé a  Lala y, en ese breve tiempo, ¡se había quitado ya dos grapas!. Comprendí la gravedad del asunto. Si no hacía algo, en poco tiempo tendría otra vez la herida abierta. La cogí y no la solté (para evitar que volviera a quitarse los puntos). Llamé a una amiga para que me ayudara, ya que, siempre que soltaba a Lala, tres segundos después ya estaba intentando quitarse la grapa y los puntos. Me fui a su casa con materiales variados para intentar construirle algo que le impidiera quitarse los puntos: cartones, telas, hilos, etc… Intentamos hacerle trajecitos y cosas así, pero todo era inútil. Era imposible ponerle los trajecitos y, envolverla en algo (por ejemplo un calcetín o una cartulina) bien ajustado con ayuda de esparadrapo, también  era inútil: a Lala le llevaba unos minutos quitarse todo y estar libre otra vez para persistir en su intención de quitarse los puntos. También intentamos hacerle un collar isabelino para que no pudiera morderse los puntos (leímos en internet que en el mercado los hay disponibles, sin embargo, no encuentro ni una sóla tienda online que los tenga y, tomando en cuenta el hecho de que, dada la anatomía del hámster, todo agujero por donde entra la cabeza deja pasar también el cuerpo entero, me pregunto hasta qué punto será cierto que existen esos supuestos collares isableinos para hámster….) .

En fin. Nos esforzamos  y trabajamos, pero  todo fue inútil y Lala seguía obsesionada con quitarse los puntos.

Comprendí que si no conseguía ponerle algo, la única salvación de Lala sería que siempre hubiera alguien que la tuviera en la mano hasta que curara la herida. Y eso es imposible… Estuve con la amiga que me ayudó  hasta las 2 o 3 de la madrugada intentando encontrar una solución. Después intenté yo sola hasta el amanecer… Fue todo inútil.  Buscando en internet encontré muchos testimonios de casos similares: hámsters operados que después se muerden los puntos. La gente los lleva al veterinario una y otra vez para que les vuelvan a poner puntos y grapas, y los hámsters siguen destruyendo el trabajo del veterinario. Y esto, bajo mi punto de vista, es una gran crueldad: poner todos los días puntos y grapas sin anestesia, y el pobre individuo temblando de dolor… ¡No puede ser!.

No quiero narrar las circunstancias en las que murió Lala, porque me resulta muy doloroso aún. Yo la quería…  Sólo quiero advertir acerca del siguiente hecho:

ES MUY DIFÍCIL QUE UN HÁMSTER SOBREVIVA A UNA OPERACIÓN – INCLUSO SI SALE VIVA O VIVO DE LA CIRUJÍA, ES MUY PROBABLE QUE SE MUERDA LOS PUNTOS UNA Y OTRA VEZ.

POR TANTO, HAY QUE EVITAR LAS OPERACIONES.

LAS FRACTURAS, CON FRECUENCIA, LLEVAN A AMPUTACIONES (CIRUJÍAS).

POR TANTO, HAY QUE EVITAR LAS FRACTURAS.

EN LAS JAULAS, ES FÁCIL QUE UN HÁMSTER SUFRA UNA FRACTURA (NO SÓLO POR CAÍDAS, ATENCIÓN, NO SÓLO POR CAÍDAS!!!!)

POR TANTO, ES FUNDAMENTAL NO TENER A ESTOS ANIMALES EN JAULAS!!!!

Yo, desde luego, si pudiera volver atrás, tendría a Lala en un acuario y no en una jaula. Ya me las ingeniaría para ponerle cosas seguras para escalar y que no se aburriera… Pero no hay vuelta atrás.

     Es un hecho que hay unos animales mucho más privilegiados que otros. El ser humano se dedica a dominar y a usar al resto de los animales sin tomar en consideración su sufrimiento e intereses. Pero dentro de los animales hay diferencias grandes: unos, son torturados cruelmente (por ejemplo, en la plaza de toros, en las fábricas de pieles o en la industria alimenticia). Otros, son acogidos/comprados como mascotas/refugiados y queridos y mimados (o no…) por quienes son responsables de ellos. Dentro de los animales que se tienen en casa, sin duda, los privilegiados son los perros y los gatos. Otros animales son tomados menos en serio: como los hámsters.

Por un lado, algunas personas que supuestamente tendrían que buscar la buena vida del hámster del que decidieron encargarse, hacen cosas como no llevarlos al veterinario si tienen un tumor (total, no es más que un ratoncito, si fuera un perro, sería otra cosa… gastar tiempo y dinero por un ratón??). Por otro lado, los medios disponibles para atender a los hámsters son mucho más escasos  que los destinados a los privilegiados perros y gatos. Si hubiera interés, seguramente habría los medios necesarios para aplicar la cantidad exacta de anestesia que se necesita para que el hámster tenga menos riesgo en las operaciones, por poner un ejemplo. Habría más medicinas apropiadas para estos animales, por poner otro (no hay muchas)… Respecto de los puntos, me sorprende que no se haya solucionado esta cuestión tan importante  para la recuperación de un hámster. Tan difícil es elaborar unos pequeños trajecitos de plástico, fáciles de poner, que impidan que los hámster se quiten los puntos? No lo creo!!! El ingenio humano hace cosas mil veces más sofisticadas!!! Sólo es falta de voluntad e interés!. El mercado percibe que no hay un número suficiente de gente dispuesta a gastar en la salud de un hámster (como me dijo el veterinario, sólo una gran minoría de personas deciden gastar en una operación cuando un animal de estos la necesita) y, por tanto, ante falta de demanda, no hay oferta. Es así como funciona el mundo. “Hámster” es, pues, una categoría política….

Escribo esto en memoria de Lala Laleish Superiviviente Trípeda y con la esperanza de evitar dolor en otros hásmters y amigas y amigos de hásmters.