jueves, 24 de mayo de 2012

ACNUR y las vacas o TODO SUFRIMIENTO RECLAMA ALIVIO.


La crisis, lamentablemente, también se ceba con las ONGs y otras instituciones que tienen fines sociales no lucrativos. Desde hace varios meses, en el centro de la ciudad en la que vivo, se encuentran, a diario, personas que intentan captar soci@s para diferentes ONGs e instituciones que velan por los derechos humanos y otras causas loables. Portan chalecos distintivos y se aproximan a la gente, de un modo más o menos afortunado, para explicar a qué se dedica la organización para la que trabajan y a pedir que la persona abordada se convierta en socia. Las organizaciones que más se ven por ahí son la Cruz Roja y ACNUR.

ACNUR es la Agencia de la ONU para l@s refugiad@s (aunque en su página web hablan simplemente de “los refugiados”). La labor que realizan es vital, ya que las personas refugiadas se encuentran en una situación de suma vulnerabilidad y de escandalosa vulneración constante de sus derechos básicos. Sin duda, el sufrimiento que padecen estas personas es grande y reclama acción. EL SUFRIMIENTO SIEMPRE RECLAMA ACCIÓN. ACNUR intenta que la vida de estas personas mejore, y la vida de esas personas es un asunto que nos incumbe a todas y a todos.

Sobre lo que significa ser una persona refugiada, la situación de desprotección en la que viven l@s afetad@s y las cosas que hace ACNUR, no voy a decir nada, ya que en su página web podéis encontrar mucha información al respecto y, en este blog, no pretendemos simplemente copiar información de otros sitios, sino decir lo que creemos que no se ha dicho. Os invito, pues, a que si no estáis familiarizad@s con el trabajo de ACNUR y con la situación de las personas refugiadas, os deis una vuelta por su página (dejaré el enlace al final de este texto),  para que entendáis la problemática y por qué deberíamos actuar para acabar con la situación indeseable en la que se encuentran algunas personas en este injusto mundo que hemos construido.

Una vez que queda claro que consideramos que el sufrimiento que ACNUR se dedica a aliviar nos interpele, paso al objeto de esta entrada, que es criticar una de las actuaciones de ACNUR (no su misión general, que, repito, es loable y necesaria).

El otro día me crucé con una de estas personas captadoras de socios de las que acabo de hablar. Llevaba un chaleco de ACNUR. Después de saludarme amablemente, empezó a  hacerme preguntas que presuponía que yo no sería capaz de contestar, del tipo: “¿Te suena Somalia de algo a parte de los de los piratas?”, protocolo que creo que deberían corregir, ya que no genera sentimientos positivos que te presupongan ignorante de las cosas que ocurren en el mundo. Entre pregunta y pregunta, iba dando explicaciones sobre los problemas de las personas refugiadas y sobre el modo que ACNUR responde a ellos. Para apoyar sus  explicaciones, me mostró un pequeño sobre que contiene un preparado  que emplean para combatir la desnutrición. El estómago de las personas que llevan mucho tiempo sin comer, me explicaba la mujer, no admite de inmediato alimento sólido. Es por eso que, antes de que empiecen a ingerir comida otra vez, ACNUR les da esos sobres durante dos semanas, si no mal recuerdo. Me explicó que esos sobres valían tan sólo 0,30 euros, para hacerme ver que, con una cuota de 10 euros mensuales, se puede alimentar a muchas personas. Intrigada por el maravilloso sobre, pregunté por su composición. Me respondió que llevaba cacahuetes, leche y una fórmula inventada por un médico de ACNUR que tenía un extraño nombre que contenía números y que no fui capaz de memorizar (tampoco encontré información en la web sobre el mismo). Me explicó que el bajo precio se debe a que quienes lo elaboran sólo les cobran los costes de producción. No dudo que esta acción desinteresada se refleje en el bajo precio del producto, pero creo que detrás del mismo puede haber algo más. 
 
Y es esto con lo que tengo un problema: con el contenido del sobre. Antes dije que EL SUFRIMIENTO SIEMPRE RECLAMA ALIVIO.   No estoy a favor de eliminar el sufrimiento de algunos individuos a costa del sufrimiento de otros. Y esto es lo que hace ACNUR con ese sobre de contenido nutritivo; pero el especismo predominante y la falta de empatía hacia el sufrimiento cuando éste no es humano, hace que esta injusticia pase desapercibida.  Seguro que es posible crear un preparado nutritivo sin sufrimiento animal, es decir, sin leche. No hay ningún componente de la leche que no esté presente en el reino vegetal (no, ni las proteínas ni el calcio se encuentran exclusivamente en los productos de origen animal). Es totalmente innecesario privar de su libertad, infligir dolor físico y sufrimiento emocional a las vacas, manteniéndolas en condiciones terribles e inaceptables, para salvar a algunos animales humanos. Es innecesario, es inmoral.

Imagino que un preparado sin lácteos sería más caro. Sustituir la leche por almendras o sésamo (alimentos muy ricos en calcio) puede resultar más caro económicamente. Pero el patrón para medir la aceptabilidad o no aceptabilidad moral de una práctica nunca ha sido, ni puede ser, el coste económico de la misma. Si hace falta más dinero para alimentar a esas personas, busquémoslo en otros sitios. Quitémoselos a los dictadores de turno o a los amos de la guerra – por ejemplo, los bancos que las financian, los psicópatas que se benefician vendiendo las armas, etc… - que provocan esos desplazamientos masivos de personas y que dan lugar, en muchas ocasiones, a los campos de refugiados. En realidad, cualquiera de nostr@s es más culpable de la situación de las personas refugiadas – por nuestro modo de vida, por nuestro consentimiento de la opresión de los gobiernos, por nuestros patrones de consumo, etc… - que las vacas. De hecho, esas injusticias se derivan del modo en que construimos nuestro mundo humano, del modo en que creamos y recreamos diariamente injustas relaciones de poder. Y en la construcción de ese mundo humano injusto, las vacas no han jugado ningún papel (salvo el de víctimas y meros recursos a nuestra disposición, claro).  Sería mucho mejor, desde el punto de vista moral, recurrir a algún método radical de redistribución de la riqueza a nivel planetario, o, si queremos ser más moderad@s, al menos destinar más dinero de nuestros impuestos a  cooperación, ayuda humanitaria, etc... y, por otro lado, usar este dinero de un modo  más efectivo y menos eurocentrista, por decir algo... Las posibilidades son infinitas, lo que no hay es voluntad. Si crees que no tienes nada que ver con las desgracias de África y de otras partes del mundo, echa un vistazo a los negocios que hace tu banco e investiga sobre todas las implicaciones que tiene tu consumo. Es tu culpa, es mi culpa, pero no es culpa de las vacas. 

En resumen:

Si esto es inaceptable,


                                  (campo de refugiad@s en Ruanda)


esto, también lo es





PARA SABER MÁS:

ACNUR

Federación estatal de Asiciaciones de Refugiad@s e Inmigrantes.

Información sobre granjas y martaderos

“Lácteos” en Igualdad animal.
http://www.igualdadanimal.org/alimentacion/lacteos



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lunes, 21 de mayo de 2012

De hermenéutica, poder y la Maldita Vecindad (y los hijos del quinto patio) parte 2.



Respecto de esa canción en la que aparecen los nombres que se usaron para establecer jerarquías en “La Nueva España”, dije - y eso es a lo que quiero llegar después de tanto rodeo -  que, recientemente, tuve un reencuentro. Se trata de un potente texto musicado que nos habla de jerarquías antiguas basadas en la raza, sí, como ya lo supe en edad temprana, pero también actuales y basadas en otros factores, aspecto que me pasó totalmente desapercibido entonces. Estoy sorprendida del mensaje que me parece haber  encontrado (digo “me parece haber encontrado” porque, como pienso que sí hay algo más allá del texto, y aunque mi “creer entender” me proporcione alegrías, sigo buscando al escurridizo sujeto escritor detrás de las palabras). Mi nueva comprensión, muy lejos ya de la niña que se quedó sorprendida con la gruesa tabla de madera que colgaba de la pared de aquél museo en el que se explicaba cómo debían ser agrupados los seres humanos dependiendo de si su llegada al mundo era  fruto de la cópula ( en demasiadas ocasiones forzada y violenta, ahora lo sé) entre un@ blanc@ y un@ indi@, o de un@  indi@ y un@ negr@, o cualquier otra combinación que fuese posible (posible de crear, posible de leer), es la comprensión ya mediada por Foucault, por teóricas feministas, por el pensamiento postcolonial, por la constatación experiencial de que las castas existen aunque no haya gruesas tablas en las que se indiquen los nuevos nombres y no figuren explícitamente en ninguna ley.


 Voy a separar, más o menos arbitrariamente y por no prolongar la escritura demasiado, las categorías políticas que aparecen en la canción en tres grupos:

1. Antiguas (y sin embargo, algunas persistentes) categorías raciales: brarzino, india, mulato, mestizo, castizo, blanca, jíbaro, lobo, etc….

2. El antiquísimo y omnipresente dualismo jerárquico que hoy en día se mantiene, el más invisible y subestimado de todos: hombres y mujeres.

3. Nuevas categorías de todo tipo (algunas enraizadas en el hetero-patriarcado; otras,  en sistemas racistas, clasistas y/o “urbanocentristas”) que  condicionan la vida de los individuos - al cerrarles o abrirles  determinadas puertas, y no otras, reservándoles un estatus social específico y no otro -, que construyen identidades (identidad como resultado de la lucha derivada de la tensión existente entre lo que dicen que deberías ser y lo que tú decides ser), que paren sujetos:   nacos, jotos, bugas, machorras, chilangos, oaxacos, jipiosos, chulos, teporochos, fresas,  etc…

    Ese no es todo el interés que tiene la letra. No, quien la compuso, sorprendentemente, va al meollo del asunto, y, cual lector de Foucault, afirma  que:

“Poder, necesitas de nombres,
disfraces y reglas,
Clasificaciones:
Vivir de segregaciones”

Y reivindica, ni más ni menos:

“Nuestra diferencia somos,
no hay pureza”.

     Me pregunto, intrigada, qué lecturas habrá hecho Roco, el compositor del grupo.  Buscando una respuesta, encontré un artículo de la Jornada en el que se indica que el grupo se ha separado por “diferencias ideológicas”. Puedes consultarlo aquí:


     En fin, sin tiempo de buscar más nada, les  dejo a continuación la letra completa para que juzguen por ustedes mism@s y, más abajo, algunos enlaces, como el myspace del grupo, el myspace de lo que parece el nuevo proyecto de Roco y alguna lectura algo más sesuda :-p


Saltapa'trás

Barzino con india - calpamulato,
meztizo con blanca - castizo,
mestiza con blanco - castizo cuatralvo,
china con lobo - jibaro,
indio con loba - tente en el aire,
indio con negra - zambo,
blanco y albina - saltapa'tras
cambujo con india - sambaigo, 



Sangre con sangre,
mujeres y hombres.
Poder necesitas de hombres,
temor, divisiones.
Colores y castas:
herencia de segregaciones.

Indio y mestiza - coyote,
mestizo con india - cholo,
negro con zamba - zambo prieto,
blanco y mulata - morisco,
blanco con negra - mulato,
lobo con negra - chino,
negro con india - jarocho,
indio con negra - lobo.

Nuestras diferencias somos,
no hay pureza.
Indios y banda - patarrajada,
tibiris, nacos, guarines,
jotos y bugas, machorras,
chilangos, oaxacos, yucas,
fresas y gruesos, jipiosos,
cholos y chulos, teporochos,
grifos y pochos,
chichifos,
zafados, pirados, dementes...

Miedo a los otros,
a costumbres distintas.
Poder, necesitas de nombres,
disfraces y reglas.
Clasificaciones:
vivir de segregaciones.

No aguanto mi casa, voy por la calle,
me apaña la tira, la greña y tatuajes,
no tengo trabajo, soy estudiante,
uso aretes, acabo en el tambo.


El myspace de Maldita


El mayspace de Roco Pachuko


Para quien tenga ganas de leer, algo sobre la Genealogía del Racismo de Michele Foucault.

http://www.elortiba.org/foucault2.html

 De hermenéutica, poder y la Maldita Vecindad (y los hijos del quinto patio) parte 1.

http://www.hoyideashoy.blogspot.com.es/2012/05/de-hermeneutica-poder-y-la-maldita.html

 Lupita D.

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De hermenéutica, poder y la Maldita Vecindad (y los hijos del quinto patio). parte 1.



     Tiene que pasar el tiempo para volver a toparse con la sensación de que se entiende algo. Un@ tiene un primer encuentro con un texto, musicado o no, escrito o hablado, en prosa o en verso; o con una circunstancia, vivida o imaginada, sobre la que se construye un “primer” texto (sólo mediante palabras podemos interpretar  lo que nos ocurre. ¿Será verdad o será más basura especista?). Un@ cree que entiende: la persona lectora se da un revolcón con las letras, las mira de frente, las soba y se deja sobar por ellas… Fruto de tan íntimo y apasionado contacto, surge el clímax: la sensación de haber comprendido y, a la vez que el orgasmo, nace el sentido.  La persona seducida por una circunstancia sólo puede  rememorar amoríos pasados, escarbar en la memoria erótica para extraer palabras vivas, cálidas, palpitantes, que sirvan para extasiarse y parir un texto allí donde, en principio, no lo hay. Estas infidelidades, es decir, el recurso a sentidos-orgasmos pasados para alumbrar los nuevos,  se dan, tanto en el caso del procesamiento de las letras, como en el de las experiencias. La promiscuidad es inevitable. 

     Voces curiosas han emitido rumores varios acerca de esas relaciones entre sujeto y texto, entre lector y significado… Un tal Derrida incluso ha llegado a decir que nada existe fuera del texto. Así se las gastan algunos postestructuralistas. Sus ocurrencias son dignas de análisis sociológico, pero esa no es la cuestión que quiero abordar ahora y, para ser sincera, tampoco estoy preparada para ello.

    A lo que voy es que un@ tiene esa maravillosa sensación de haber comprendido algo y parece que ya está todo dicho; la relación con el texto se da por muerta y éste ya sólo vuelve a nosotros en forma de complaciente recuerdo. En efecto, nos regocijamos citando algunas palabras significativas cuando creemos que es oportuno, recitando un verso cuando pensamos que viene a cuento y  aplicando las conclusiones de nuestra interpretación de una circunstancia a otra que se nos antoja parecida. Sin embargo, no hay nada como la sensación de ese encuentro primero, la sensación de haber comprendido un texto (o circunstancia)… Afortunadamente, tal y como todo parece indicar, el sentido depende tanto de lo escrito y de quien lo escribió (por mucho que algunos pensadores insistan en hacer que el sujeto escritor desaparezca), como del sujeto receptor activo. Las letras, muertas, ya no cambiarán; pero los sujetos, vivos, sí lo harán. Por tanto, aún hay una esperanza, aún hay una nueva posibilidad de flirteo. La persona lectora (que puede ser quien escribió el texto o simplemente un@ de sus múltiples lector@s-amantes), puede volver a hacer que esas letras palpiten llenas de vida entre sus ojos. Otro gran orgasmo es posible, uno que supera al primero: una nueva sensación de haber comprendido.

     ¿A quién no le ha pasado eso?.    

     Empecé a leer a Nietzsche cuando tenía 14 años. Pasaron quince años desde entonces. El primer encuentro se dio bajo el fuerte sol que alumbra y calienta las tierras de Guerrero, en aquella zona donde pululan l@s turistas. Eso era yo, una turista de clase media, una “blanquita” (ahora una “morena” en tierras de gente de piel pálida), una privilegiada en el país de las grandes desigualdades sociales (ahora, una desempleada endeudada en la Europa que tiembla, que se agrieta, y que deja escapar el bienestar que benefició a algunos por esas fisuras que no prometen más que agrandarse y que nunca benefició a numerosos individuos: a la Otra cuando es ama de casa, cuando es puta, o cualquier cosa intermedia o circundante; a le Otre “discapacitade”; a li Otri inmigrante; a lu Otru inclasificable y, desde siempre, y pisoteado por Otra/e/i/o/u, al@ Otr@ cuando es no-humano, y una prueba de ello es que no tengo palabra satisfactoria para definirl@ positivamente – ¡Hay que inventarla!).

* Me gusta mucho meter cosas entre paréntesis. No sacrificaré las ideas por la estética. Si no te gusta, haz “clic” donde corresponda y esfúmate.


      Sí, sólo era una turista blanquita privilegiada, una inconsciente más que se bañaba en las aguas del Pacífico, que bebía agua de coco bien fresquita y que  se enamoraba del sol y de la alegría que percibía en el lugar. Sin embargo, me sentía diferente: yo leía Así habló Zaratustra…

                (Delirios de grandeza adolescentes aparte….)

      A lo largo de todo ese tiempo he vuelto, ocasionalmente, a los mismos textos apasionados del filósofo que quemaba con el fuego de sus afirmaciones lo que era preciso reducir a cenizas para seguir adelante con la cabeza bien alta. Evidentemente, mi sensación de haber comprendido era muy diferente a los 14 que a los 20, y aún era diferente otra vez a los 25. Muchas letras me sedujeron desde entonces y, mi sensación de haber comprendido de los 14, me parece ahora una cosa pequeña. Sí, igual que ocurre con los progresos en las artes amatorias… Cada vez me parece más afortunada la metáfora.

     Todo este asunto de los reencuentros con los textos y las nuevas comprensiones pasa por mi mente porque recientemente tuve una gran sensación de haber comprendido un texto que obscureció por completo la “aventurilla” adolescente que tuve con el mismo en el pasado. Se trata de la canción de un grupo de rock mexicano llamado La Maldita Vecindad. Aclaro, para l@s quisquillos@s, que uso el término “rock” en el sentido amplísimo en que casi todo el mundo suele emplear.

     En verdad no recuerdo cuando escuché aquella canción por primera vez. Era una niña. Me sentí orgullosa cuando reconocí algunos de los nombres que los conquistadores procedentes de la península Ibérica usaron para articular su ridículo y opresivo sistema de castas. Digo “conquistadores procedentes de la península Ibérica” porque España ni siquiera existía en aquél entonces, por mucho que el nacionalismo español (proyecto imperialista desde su gestación), se empeñe en obscurecer este hecho. Me niego a decir conquistadores españoles porque las palabras importan. Y quiero remarcar también el sujeto: “conquistadores”, ya que la inmensa parte de la población de los reinos existentes en esos tiempos  vivía bajo el yugo de los mismos opresores (y de otros). Aclaro que no pretendo comparar las injurias cometidas a un lado y otro del inmenso océano. De todas formas, no olvidemos que las luchas son entre los poderosos y por el interés de los poderosos, no entre los pueblos, a quienes lo que beneficia es la paz y no el derramamiento de sangre y la destrucción.

    Poco antes de escuchar la canción de la que hablo, Salta pa´trás,  había visitado un museo en el que me topé por primera vez con aquella infamia de las castas. Fui por  indicación de la maestra de 3º de primaria. Ésta, racista resentida (podría respaldar mi afirmación con numerosos hechos), refiriéndose al fenómeno de la clasificación política de los seres humanos que tuvo lugar en el territorio de lo que hoy es México, aprovechó para decir en tono irónico: “¡Esa es la cultura que tenían los españoles!”, cometiendo, así, el mismo error moral de los ya muertos opresores: situarse en la posición del Amo, quien siempre dirige una mirada homogeneizadora al Otro….

     Fue por esa productiva visita que los nombres que se gritaban en esa canción me resultaban inteligibles: castizo, lobo, jíbaro, chino, salta pa´tras…     Contenta, creí entender que era una canción contra el racismo.
Cruzarme con esa maestra xenófoba, simplificadora, machista y fanática tuvo algún aspecto positivo. El sentido del  encuentro con ese personaje acaba de nacer, por cierto, ahora mismo, entre los gemidos de los dedos que golpean las teclas de mi portátil. Has asistido a un orgasmo.

     Respecto de esa canción en la que aparecen los nombres que se usaron para establecer jerarquías en “La Nueva España”, dije - y eso es a lo que quiero llegar después de tanto rodeo -  que, recientemente, tuve un reencuentro. Se trata de un potente texto musicado que nos habla de jerarquías antiguas basadas en la raza, sí, como ya lo supe en edad temprana, pero también actuales y basadas en otros factores, aspecto que me pasó totalmente desapercibido entonces. Estoy sorprendida del mensaje que me parece haber  encontrado (digo “me parece haber encontrado” porque, como pienso que sí hay algo más allá del texto, y aunque mi “creer entender” me proporcione alegrías, sigo buscando al escurridizo sujeto escritor detrás de las palabras). Mi nueva comprensión, muy lejos ya de la niña que se quedó sorprendida con la gruesa tabla de madera que colgaba de la pared de aquél museo en el que se explicaba cómo debían ser agrupados los seres humanos dependiendo de si su llegada al mundo era  fruto de la cópula ( en demasiadas ocasiones forzada y violenta, ahora lo sé) entre un@ blanc@ y un@ indi@, o de un@  indi@ y un@ negr@, o cualquier otra combinación que fuese posible (posible de crear, posible de leer), es la comprensión ya mediada por Foucault, por teóricas feministas, por el pensamiento postcolonial, por la constatación experiencial de que las castas existen aunque no haya gruesas tablas en las que se indiquen los nuevos nombres y no figuren explícitamente en ninguna ley.

    Continúa aquí: 


De hermenéutica, poder y la Maldita Vecindad (y los hijos del quinto patio). parte 2.


http://www.hoyideashoy.blogspot.com.es/2012/05/de-hermeneutica-poder-y-la-maldita_21.html


Lupita D.


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